Cartel

Notas de Cine Musical

Productora/Distribuidora:
Metro-Goldwyn-Mayer

Estreno: 10-03-1953

Duración: 81 min.

Subgénero: Narración musical

Tramo: -


Notas de Cine Musical


Lili


(Lili)



La película resultó en su momento un tremendo éxito de crítica y público. Hoy, amén de aburrida, resulta sórdida, con una violencia continua y soterrada que parece restregarse húmeda sobre los saturados colores de su fotografía. Se infiere que la intención era mostrar al personaje de Leslie Caron como un espíritu puro, naíf, pero lo que se aprecia es una borderline que despierta más preocupación y desasosiego, como para avisar a los servicios sociales, que ternura. Por otra parte, el rostro un poco simplón de la actriz requiere que sus papeles ofrezcan zonas oscuras, contrastes –como el de su personaje en An American in Paris (Minnelli, 1951), como novia sumisa a la par que amante de dos hombres simultáneamente– porque la redundancia de su cara de pánfila con un papel de pánfila –además sobreactuado– acaba cargando como un churro grasiento de feria, todo ello agravado por el soniquete del Hi, Lili, Hi Lo, melodía de la película reiterada hasta el hartazgo.

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La trama, con recovecos psicoanalistas, progresa mediante los diálogos que Leslie Caron mantiene con cuatro muñecos de guiñol que fácilmente podrían incluirse en la genealogía de antepasados de Chucky. El guion no extrae ningún jugo ni de las ideas ni de las imágenes que cinematográficamente parece intentar explorar, ni siquiera en la secuencia del sueño de Leslie Caron –una escena que, por tratarse de su sueño, contaba con licencia para cualquier desarrollo coreográfico o narrativo–, en la que, el erotismo negativo de Caron, su sensualidad bajo cero, explota sin llegar contactar –al igual que explota un mosquito al aproximarse al parabrisas de un vehículo que circula a 200 km/hora– con la voluptuosa y gruesa sexualidad de burdel decimonónico aportada por Zsa Zsa Gabor.

La realización de Charles Walters tampoco contribuye a mejorar la obra. En la secuencia final, con Caron caminando junto a los muñecos humanizados, Walters dispone de una buena ocasión para, con su experiencia como coreógrafo, dar al menos un sentido estético al paseíllo final. Pero no hay rastro de baile –ni de musical–, la secuencia apunta oscuramente a Freud y acaba causando la molesta impresión de que teme ser acusado de imitar a Judy Garland caminando con sus colegas fantásticos hacia el reino de Oz. Es posible que esta secuencia de Lili –apoyada por el machacón soniquete Hi, Lili, Hi Lo que infesta toda la película–, resultara en su momento muy atractiva, como una especia de protovideoclip del exitoso tema musical, pero sin duda la propia melodía termina por arruinarla.